El que sigue es el primer artículo que escribí para Valencia Oberta, publicación en la que no volveré a colaborar, porque al último artículo que me han publicado le han recortado alrededor de cien palabras.
En
este primer contacto me gustaría señalar los límites entre los que
se mueve mi opinión. Creo que todo ha de girar en torno al ser
humano.
No
me parecen adecuadas, por tanto, las religiones que se aprovechan de
los miedos de sus fieles para subyugarlos, ni las que se sirven de
sus carencias afectivas y otras debilidades para esclavizarlos. Creo
que una religión debe servir para que los individuos mejoren y no
ocurre eso es nefasta.
Lógicamente,
también creo que las lenguas han de servir para facilitar la vida a
la gente y no para complicársela. Opino que ninguna lengua debe
tratar de imponerse por la fuerza. Tampoco estoy de acuerdo con que
haya lenguas oficiales. Cada cual debería aprender o estudiar las
que considerara convenientes. Los poderes públicos deberían
establecer el número mínimo de lenguas a estudiar, sin especificar
cuales. Por otro lado, es obvio que los lingüístas pueden averiguar
de dónde viene una lengua, pero lo que no pueden hacer es decidir
hacia dónde va. Eso depende de las necesidades de los usuarios.
Cuando una lengua se intenta imponer a la fuerza lo que se consigue
es que sea aborrecida por muchos, y pierda interés para otros. Se
puede incentivar el estudio de una lengua, pero todo lo que sea pasar
de ahí es pernicioso.
En
lo que respecta al nacionalismo, lo tengo por una doctrina
perniciosa, intrínsecamente mala, que fomenta el egoísmo de las
personas y se nutre del odio a lo ajeno. Algunos adjetivan los
nacionalismos, con la perversa intención de hacer creer que unos
pueden ser buenos y otros son malos. Todos los nacionalismos son
iguales. Se basan en un exagerado amor a lo propio y menosprecio al
resto. El nacionalismo no está al servicio de las personas, sino que
se sirve de éstas para alcanzar sus fines. Obviamente, los
beneficios que se puedan obtener sólo alcanzan a unos pocos. A los
demás se les mantiene entretenidos con ideas vacías y pensamientos
improductivos.
Vicente
Torres
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