domingo, 8 de abril de 2012

De mitos y efectos especiales

Sé que les sonará extraño que al final me pierda las mejores películas que proyectan en el cine, y termine viendo las más malas. Quizás es culpa de mi ansiedad por verlo todo (como si fuera eso posible) y de que la proyección de las buenas películas siempre coincide con las épocas más atiborradas de trabajo y, también, de desorden.

El caso es que terminé la semana pasada en el cine viendo la segunda parte de Furia de titanes, ahora con un Perseo mítico agotado en la primera película, por lo que hubo que inventarle nuevas historias, siempre tomadas de la riqueza de la mitología griega.


Es así como lo vemos matando a la Quimera (en lugar de Belerofonte) y al Minotauro (en lugar de Teseo -quizás por un error fonológico ;-). ¿Será coincidencia la aparición de la Quimera en pantalla? No olvidemos que el sustantivo quimera que llega al español, significa "aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo". Casualidades de la vida supongo. 


El caso es que debemos tener en cuenta que el cine es un texto nuevo, diferente del de Homero, Apolodoro, Higinio u Ovidio. Aquí estamos ante una recreación nueva, una relectura del mito; pero, para poder apreciar mejor esta nueva propuesta, es importante conocer sus precedentes. Para ello, transcribo la entrada de Perseo del texto Mitología griega de Ángel Ma. Garibay:

Hijo de Zeus y Dánae, hija de Acrisio y Aganipe. Los antecedentes de su historia son:

Abas, rey de Argólida casó con Aglaia y de ella tuvo por hijos a Preto y Acrisio, gemelos (vid). Determinó que los dos compartieran el reino alternativamente. Estos no lo cumplieron, sino que lucharon uno contra otro, como es fama que lo habían hecho aun antes de nacer. Creció la división y el odio cuando Preto yació con Dánae, hija de Acrisio. Preto tuvo que ir a la corte de su suegro Yobates y casó con Estenobea, hija suya, en Lidia. Regresó con nuevo ejército y al fin hizo un convenio con su hermano (vid Acrisio).

La única hija de Acrisio era Dánae, que su tío había seducido. Cuando preguntó al oráculo cómo tendría él un hijo varón se le respondió que no lo tendría, sino que un nieto suyo lo tenía que matar. Para evitarlo encerró en una torre a Dánae y puso como guardianes a fieros mastines. Zeus pudo llegar a ella en forma de lluvia de oro y la hizo concebir a un niño. Ese fue Perseo.



Cuando supo su estado su padre no quiso creer que ella había concebido de Zeus, sino de su hermano Preto, que por modo artificioso había tenido trato con ella.

No la mató, sino que la encerró en una caja juntamente con su hijo y la echó al mar.

El arca fue a dar a la isla de Serifos, donde un pescador de nombre Dictis pudo atraparla con su red. Los halló vivos y los llevó al rey Polidectes, con quien el niño se crió.

Ya siendo hombre Perseo, se enfrentó contra el rey que a fuerza quería hacer su esposa a Dánae. El rey fingió una expedición para ir a pedir la mano de Hipodamía, hija de Pélope. Pidió a Perseo que contribuyera con un caballo. Él respondió que no lo tenía ni con qué comprarlo. Pero que él iría a buscar a Hipodamía y aun la cabeza de Medusa la Gorgona, si desistía de casarse con su madre.

Atena, que supo esta historia, se comprometió a ayudar a Perseo para que fuera a buscar la famosa cabeza. Lo llevó a Dicterión en Samos, en donde estaban las tres hermanas, las Gorgonas (vid). Le dio las señas para distinguir a Medusa de sus dos hermanas, Esteno y Euriale. Le recomendó que no la viera directamente, sino reflejada en su escudo brillante que ella le dio.

Hermes vino también a ayudar a Perseo. Le dio una guadaña de diamante con que cortara la cabeza a Medusa. Perseo pidió aún unas sandalias con alas, una alforja mágica para llevar la cabeza y el yelmo de la invisibilidad que era de Hades. Tuvo que ir a solicitarlas a las ninfas del Hades, que eran las tres Graias, hermanas de las Gorgonas (vid Graia). Las halló al pie del Monte Atos y haciendo que las reverenciaba, les arrancó el ojo único y los dientes, y las dejó inutilizadas para perseguirlo.



Ya con todos esos implementos se dirigió a la tierra de los Hiperbóreos, donde halló a las Gorgonas dormidas, todas ellas rodeadas de hombres, lo mismo que bestias, que habían quedado petrificadas por ver a Medusa. Él la vio reflejada en su escudo, conforme el consejo de Atena. Y guiada su mano por la diosa, cortó la cabeza al monstruo.

Acudieron al momento Pegaso y el guerrero Crisaor, hijos de Medusa y Poseidón, que intentaron restaurar la cabeza a su cuerpo ya sin vida. Pero Perseo la arrebató y echó a su alforja, sin preocuparse de ellos. Despertaron las otras dos Gorgonas y pretendieron perseguirlo. Él se hizo invisible con el yelmo de Hades.



Llegó al caer la tarde al palacio del Titán Atlas y le pidió hospedaje. Se lo negó el otro. Entonces Perseo le mostró la cabeza de Medusa y lo convirtió en montaña.

Al día siguiente entró al desierto de Libia y Hermes le fue ayudando a cargar la pesada cabeza de Medusa. Cuando pasaba por el lago Tritón algunas gotas de la cabeza cayeron en él y se llenó de gusanos y serpientes venenosas. Allí murió Mopso el argonauta (vid).

En su camino encontró a una mujer encadenada a un árbol. Era Andrómeda, hija del rey Cefeo. Corrió a librarla, pero sus padres estaban a la playa en vigilancia y vinieron a decirle que lo hiciera, con tal de convertirse en su esposo. Iba por ahí el monstruo que Poseidón enviaba a devastar Filistia y le mostró la cabeza de Medusa, con lo cual lo hizo huir al mar. Se convirtió en coral.


Cuando se celebraba la boda provino Agenor, hermano de Belo, y pretendió que le entregaran a Andrómeda. No hallaban otro medio que matar a Perseo. Se le echaron encima. Sacó su cabeza de Medusa y convirtió a más de cien en rocas.

Se volvió violentamente a Serifo con Andrómeda.

Estaba el rey Polidectes cuando se le anunció su llegada. Le dijo que traía el prometido obsequio. Se burlaron de él y les mostró la cabeza de Medusa, con lo cual todos se volvieron piedras.

Allí entregó la cabeza a Atena, que la colocó en su escudo y devolvió los mágicos implementos que le habían prestado las ninfas de Hades.


Instaló a Dictis en el trono de Serifo y se fue a Argos. Se unió a Acrisio para sepultar a su abuelo.



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