miércoles, 31 de agosto de 2022

El malabarista

 

Había sido profesor en un colegio privado. Estuvo casado con una japonesa de la que se había enamorado perdidamente y tuvo un hijo con ella. Por discrepancias en el modo de educar al retoño, ella pidió el divorcio, lo obtuvo y se fue con el crío al Japón. Eso fue un mazazo para él. Perdió el trabajo y, lo que es peor, las ganas de comenzar de nuevo.

En sus ratos libres había practicado el malabarismo, adquiriendo una gran virtuosidad. A eso se dedicó. Hacía sus números en los semáforos. Si no conseguía suficiente dinero, acudía a los centros de caridad. Si más de lo necesario, se tomaba fiesta hasta que se le acababa. Era más feliz que nunca, viviendo libre, salvo que le faltaban su mujer y su hijo. Se acercaba la navidad y estaba triste por ello-

Un lujoso coche, con matrícula de Francia, paró junto a él para darle la limosna. Pero el conductor vio algo, aparcó en un lugar cercano, bajó del coche y lo llamó. Al estar los dos frente a frente, se abrazaron. Eran hermanos gemelos, criados en un hospicio y adoptados por familias diferentes. Todo iba a cambiar. Viajarían a Japón.

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