miércoles, 19 de noviembre de 2014

Presentación

El que sigue es el primer artículo que escribí para Valencia Oberta, publicación en la que no volveré a colaborar, porque al último artículo que me han publicado le han recortado alrededor de cien palabras.
 
En este primer contacto me gustaría señalar los límites entre los que se mueve mi opinión. Creo que todo ha de girar en torno al ser humano.
No me parecen adecuadas, por tanto, las religiones que se aprovechan de los miedos de sus fieles para subyugarlos, ni las que se sirven de sus carencias afectivas y otras debilidades para esclavizarlos. Creo que una religión debe servir para que los individuos mejoren y no ocurre eso es nefasta.
Lógicamente, también creo que las lenguas han de servir para facilitar la vida a la gente y no para complicársela. Opino que ninguna lengua debe tratar de imponerse por la fuerza. Tampoco estoy de acuerdo con que haya lenguas oficiales. Cada cual debería aprender o estudiar las que considerara convenientes. Los poderes públicos deberían establecer el número mínimo de lenguas a estudiar, sin especificar cuales. Por otro lado, es obvio que los lingüístas pueden averiguar de dónde viene una lengua, pero lo que no pueden hacer es decidir hacia dónde va. Eso depende de las necesidades de los usuarios. Cuando una lengua se intenta imponer a la fuerza lo que se consigue es que sea aborrecida por muchos, y pierda interés para otros. Se puede incentivar el estudio de una lengua, pero todo lo que sea pasar de ahí es pernicioso.
En lo que respecta al nacionalismo, lo tengo por una doctrina perniciosa, intrínsecamente mala, que fomenta el egoísmo de las personas y se nutre del odio a lo ajeno. Algunos adjetivan los nacionalismos, con la perversa intención de hacer creer que unos pueden ser buenos y otros son malos. Todos los nacionalismos son iguales. Se basan en un exagerado amor a lo propio y menosprecio al resto. El nacionalismo no está al servicio de las personas, sino que se sirve de éstas para alcanzar sus fines. Obviamente, los beneficios que se puedan obtener sólo alcanzan a unos pocos. A los demás se les mantiene entretenidos con ideas vacías y pensamientos improductivos.
Vicente Torres

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