miércoles, 19 de noviembre de 2014

Academia Valenciana de la Lengua por castigo

El que sigue es el tercer artículo que escribí para Valencia Oberta, publicación en la que no volveré a colaborar, porque al último artículo que me han publicado le han recortado alrededor de cien palabras.
 
Aznar veía tan segura la hegemonía del PP en el Reino de Valencia (cuando todos empleen el nombre oficial yo también lo haré) que no dudó en darle una puñalada, en la seguridad de que se la perdonarían, para asegurarse el apoyo de Pujol, ese que había hecho su célebre alegato: A partir de ahora seremos nosotros los que hablemos de moral y de ética” .
La moral y la ética en este caso consistió en castigar los bolsillos de los valencianos con esta imposición. Aznar acató la imposición y le hizo el encargo a Zaplana, que ideó la estratagema y le encargó al entonces muy obediente subordinado suyo, Camps, que la llevara a cabo. Y este se sirvió de dos personajes del partido muy ambiciosos para rematar la faena. Zaplana debía de saber que eso era una puñalada, pero lo más probable es que Camps no se haya dado cuenta todavía, puesto que incluyó a la fenicia Academia Valenciana de la Lengua en nuevo Estatuto que nadie pedía.
Fabra, que tuvo arrestos para cerrar la Televisión Valenciana, no se atreve a cerrar esta innecesaria y onerosa institución, a pesar de que ni Aznar, ni Pujol, tal para cual, están en la política.
Las lenguas son de quienes las hablan. Los lingüistas pueden determinar de dónde procede una lengua; y también pueden equivocarse o mentir; lo que no pueden decidir es hacia donde va, cuestión esta que corresponde a sus dueños, los usuarios.
Las mentes simples utilizan el símil del español que se habla en México o en Costa Rica. Olvidan que el español es la lengua franca de aquella parte del mundo, y que a todos les interesa que el español de Uruguay sea el mismo que el de Colombia, para poder seguir comerciando unos con otros.
Los valencianos no necesitan hablar la misma lengua que los catalanes. También el español es la lengua franca de España, por tanto, la lengua valenciana puede tomar la deriva que quiera, sin que de eso resulte un perjuicio para los valencianos.
Los catalanistas no tienen ningún derecho a imponer sus normas ortográficas a los valencianos. Si quieren hablar la misma lengua, pueden adoptar las normas ortográficas y el diccionario de la RACV. Y olvidar la ridiculez esa del siglo de oro de las letras catalanas. El Siglo de Oro es valenciano.
Vicente Torres

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